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Un 'ojo de Sauron' pionero a unos kilómetros de Sevilla: termosolar, la solar olvidada que se reivindica contra los apagones

El ingenio sevillano pronto la bautizó como el Ojo de Sauron, por su parecido con la torre desde la que Señor Oscuro, ideado por J.R.R. Tolkien, vigilaba la Tierra Media. Visible desde kilómetros a la redonda, con sus 114 metros de altura, también podría compararse con un faro tierra adentro, aunque encendido de día y durmiente de noche.

La torre es, en realidad, el epicentro de la PS10, la primera planta de energía termosolar de torre que se instaló en España (y en el mundo para su explotación comercial) y su potente haz de luz no es sino el resultado de sumar la radiación solar que captan los 624 heliostatos (placas solares que van rotando siguiendo el movimiento del sol) que llega a alcanzar una temperatura de hasta 1.000 grados centígrados.

Con esa temperatura se produce vapor de agua que mueve una turbina que, voilà!, produce energía eléctrica. Hasta 11 megavatios pueden salir de la PS10, para ser exactos.

No parece casualidad la elección de su emplazamiento. La hoy desaparecida Abengoa -que llegó a ser una multinacional pionera en energías renovables- encontró en las 2.000 hectáreas en las que se levanta el complejo -junto a la PS10 está su hermana, la PS20- la ubicación idónea para un proyecto faraónico y rompedor. La finca se llama Casa Quemada y allí se proyectó levantar hasta nueve centrales de distinta tecnología que generarían hasta 302 megavatios, lo que consumen 180.000 hogares.

Este rincón de Sanlúcar la Mayor -en el kilómetro 31,5 de la carretera que une los municipios de Gerena y Aznalcóllar- lo reunía todo. Especialmente, la radiación más alta en horas solares de promedio del año.

En este pueblo sevillano aún se recuerda aquel 30 de marzo de 2007, el día en el que se inauguró la PS10 y su torre-faro empezó a refulgir. Las obras de construcción habían arrancado unos años antes, en 2004 y ya en septiembre de 2006 empieza a funcionar la PS10. Con una inversión de 33 millones de euros, podría suministrar la energía eléctrica que consumen 6.000 hogares.

Orgulloso de su sol -Sanlúcar procede del romano locus soli, bosque del sol-, la localidad se hacía un hueco en el entonces efervescente mapa de las energías renovables. Con la promesa, además, de la creación de más de 1.300 empleos cuando todo el megacomplejo estuviese finalizado. A los dos años, de hecho, los Reyes Juan Carlos y Sofía cortaron la cinta inaugural de la PS20, pero luego llegó la crisis y la larga agonía de Abengoa, que finalmente fue vendida a trozos, incluida la primera termosolar de España.

La PS10 fue a parar a manos de Atlántica, curiosamente una filial, en su origen, de la propia Abengoa, que se desprendió de sus últimas participaciones en 2018 en pleno proceso de desinversión para intentar evitar su propia quiebra.

Dieciocho años después de que el entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, y los presidentes de Abengoa, los hermanos Felipe y Javier Benjumea, cortasen la cinta inaugural, en Sanlúcar la Mayor pocos recuerdan lo que iba a ser y nunca fue aquel megaproyecto, pero el Ojo de Sauron es hoy una seña de identidad más del pueblo.

Si el 29 de abril pasado, el día del gran apagón, la promesa de la termosolar hubiese cuajado, es probable que el blackout no se hubiese llegado a producir.

Si en vez de las 49 plantas que actualmente se distribuyen por la geografía española -la inmensa mayoría en el sur, en Andalucía- hubiese muchas más y la aportación al mix energético de la termosolar fuese bastante mayor al 2,6% actual -entre el 5 y el 6% de toda la energía renovable-, la estabilidad del sistema, uno de los factores que desencadenó el cero energético, hubiese sido considerablemente superior.

Hasta el punto de que, según el secretario general de Protermosolar (la organización que promueve esta energía renovable), Óscar Balseiro, si España contase actualmente con entre 100 y 150 plantas con esta tecnología solar, ésta serviría de colchón frente a incidencias como las que hicieron saltar por los aires todo el sistema hace unos meses y dejaron a toda la Península Ibérica literalmente a oscuras.

Actualmente, las 49 centrales operativas tienen una capacidad instalada de 2.300 megavatios, pero desde que se puso en marcha la primera de ellas solo ha habido un año en el que se ha producido al 100% de la capacidad, el año 2017.

En 2024, según los datos facilitados por Protermosolar, la producción de energía termosolar fue de 3.765 gigavatios hora (GWh), lo que supone el 70%, y en 2023, de 4.695 GWh, el 88%.

El último informe de impacto económico y laboral de la termosolar -elaborado en 2019 por PwC- se estimaba que esta energía solar renovable genera 6.055 puestos de trabajo, más o menos la mitad directos y la otra mitad, indirectos, así como una contribución al Producto Interior Bruto (PIB) del país de 1.497 millones de euros.

Su capacidad de crecimiento es enorme, defiende Balseiro. Sobre todo porque, aunque despegó con fuerza, hace 12 años, su desarrollo se frenó en seco al poco tiempo. De hecho, el medio centenar escaso de plantas que se distribuyen por la geografía española se construyeron, todas, en unos pocos años.

Eran los tiempos de la efervescencia de las renovables, durante el primer Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, que regó de ayudas a estas fuentes de energía limpias. España, en lo que se refiere a la termosolar, fue un referente, pero...

El secretario general de Protermosolar explica como una de las causas del estancamiento a China. En concreto, al abaratamiento de los costes de la fotovoltaica una vez que el gigante asiático empezó a producir -previa copia de la tecnología española fundamentalmente- los componentes a un precio muy competitivo.

Comparando costes, la fotovoltaica es considerablemente más barata que la termosolar. Comenzando por la tecnología y terminando por la mano de obra que la segunda precisa -a razón de medio centenar por planta- durante toda su vida útil, mientras que la primera solo precisa de trabajadores durante su fase de construcción.

Es curioso que siendo China una de las culpables del frenazo de la termosolar, destaca Balseiro que el Gobierno de aquel país mantiene una regulación que la favorece, puesto que exige un mínimo de este energía: una quinta parte de cada megavatio de energía solar tiene que ser termosolar.

¿Por qué? En la respuesta a esta pregunta está la gran ventaja que aporta la termosolar, su estabilidad, que ayuda a equilibrar las intermitencias que sí tienen otras energías renovables. Sí, es más cara, hace hincapié Balseiro, pero hay que tomar en consideración todo lo que aporta, incluidos, desde luego, el empleo y la seguridad energética.

Por eso, desde la organización que agrupa a los productores de termosolar echan de menos, sobre todo, una regulación que, en aras a garantizar el equilibrio del sistema, fije un mayor porcentaje de aportación de esta renovable al mix.

Las plantas termosolares han resuelto -hace tiempo- el principal problema que presenta la mayoría de las renovables, el almacenamiento. Ahí está el secreto de su fiabilidad, en que esta tecnología permite almacenar la energía durante cierto tiempo, hasta nueve o 12 horas.

Eso sí, solamente el 40% de las plantas termosolares tiene incorporada instalaciones de almacenamiento, mientras que el 60% restante no lo tiene. Aunque, precisa Balseiro, es relativamente fácil, accesible, convertir ese 40% en un 100%.

Es una tecnología «probada y demostrada» frente a la multitud de incógnitas que aún presenta el almacenamiento en otras renovables, defiende Balseiro. Protermosolar, en este sentido, promueve proyectos innovadores con un objetivo: reducir costes e incrementar las soluciones que proporciona la termosolar. A ver si el Ojo de Sauron empieza a replicarse, por fin, por España.

 

Fuente: www.elmundo.es